Nearshoring: ¿realidad o quimera para Latinoamérica?

A pesar de los problemas de inflación y la sombra de una recesión mundial, el comercio global sigue avanzando.

La semana pasada, la Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNCTAD) reveló que el valor del comercio mundial aumentó a un nivel récord de US$ 7,7 billones (millones de millones) en el primer trimestre de 2022, un billón de dólares más en relación con el mismo periodo del año pasado.

De acuerdo con el reporte Global Trade Update del organismo, el crecimiento representa un aumento de alrededor de US$ 250 millones en relación con el cuarto trimestre de 2021, aunque está más impulsado por el aumento de los precios de las materias primas que por un crecimiento del volumen de bienes transados, cuyo aumento ha sido menor.

Hasta ahí las buenas noticias, porque luego el informe avizora una desaceleración del comercio, influida por el conflicto de Ucrania, el aumento de precios y las tasas de interés, así como del término de los paquetes de estímulos económicos.

“En el corto plazo, debido a la demanda mundial de productos alimenticios y energéticos, el aumento de los precios de los alimentos y la energía probablemente daría lugar a valores comerciales más altos y volúmenes comerciales marginalmente más bajos. Otros factores que se espera que influyan en el comercio mundial este año son los continuos desafíos para las cadenas de suministro mundiales”, dictamina el estudio.

Lo cierto es que desde que la pandemia alteró los tiempos en la cadena de suministro, en 2020, causando demoras y altos precios en los fletes desde China hacia Europa y América es que se empezó a manejar el término nearshoring como una posibilidad de contar con un suministro de bienes en locaciones más cercanas a los destinos finales, principalmente Estados Unidos.

Por ejemplo, una encuesta hecha en abril de este año, durante el peak de los confinamientos en Shanghai y la ciudad china de Jilin por la Cámara de Comercio Europa-ASEAN, destacaba que 23% de firmas europeas estaban considerando salirse de China, para producir en alguna otra locación.

La razón esgrimida es que la política china de cero tolerancia al COVID, “no deja a las casas matrices [Europeas] otra opción que buscar otras locaciones”, expresó Bettina Schoen-Behanzin, vicepresidenta de la Cámara a los medios. “El mundo no espera por China”, añadió.

Un 16% de las firmas manifestaron que consideraban relocalizarse a lugares como el Sudeste Asiático –hace años que la naciones ASEAN promueven la estrategia del China + 1 para posicionarse como alternativas al gigante asiático– mientras un 18% apostaba por otra parte del Asia Pacífico, 19% en la misma Europa y otro 12% en Norteamérica.

¿UN TRIÁNGULO DEL NEARSHORING?

Así las cosas, la tesis sería pasar del offshoring al reshoring, es decir, volver a producir donde se comercializará el producto, o apostar por el nearshoring para obtener ventajas en costos similares a los que ofrece China.

Ahí es donde América Latina podría tener un rol interesante.

Naciones como México, Panamá, Guatemala han sonado como posibles locaciones de nearshoring, por sus bajos costos de mano de obra y proximidad a Estados Unidos. | Xinhua

“La fabricación de bienes que ahora están en China, por lo general de bajo valor añadido o de alto consumo en mano de obra, son en principio los mayores candidatos al nearshoring. Algunas de las [industrias] que más pueden beneficiarse en conjunto son automotriz, textil, farmacéutica y de energías renovables, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)”, dice a AméricaEconomía Ricardo Úbeda, director del Executive MBA LATAM de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) en Chile.

Úbeda se refiere a cifras dadas a conocer por el BID en la más reciente Cumbre de Las Américas, donde se dio a conocer que el nearshoring podría agregar a América del Sur y Centroamérica US$ 78.000 millones en exportaciones: US$ 64.000 millones en comercio de bienes y US$ 14.000 millones en comercio de servicios.

“Las crecientes preocupaciones ambientales, sumadas a la crisis sanitaria y la reciente guerra de Rusia en Ucrania, han generado un contexto donde la región puede aportar a la economía global y al combate contra la inflación mediante una mayor participación en las cadenas globales de suministro, de manera sostenible y equitativa”, dijo el presidente del BID, Mauricio Claver Carone, en los días posteriores a la cumbre.

En ese panorama, el estudio del BID considera que México y Brasil tendrían las mayores oportunidades, aunque reconoce que todos los países del continente se beneficiarían.

Pero hay muchas condiciones que deben cumplirse, primero. Y en ese sentido no cualquier nación está preparada para tomar esa posta.

“Dependiendo de la industria o servicios, hay varios factores que afectan a la decisión. La distancia, los costos laborales, leyes más o menos permisivas, la formación del capital humano, infraestructura, experiencia sectorial, idioma y la institucionalidad y seguridad del país. Al combinar estos factores, en principio parece que países como México, El Salvador y Guatemala parten con cierta ventaja en estos procesos, según algunos estudios publicados”, considera Úbeda.

Ya en septiembre del año pasado, Panamá aparecía promoviendo un nuevo bloque comercial y político junto con Costa Rica y República Dominicana denominado «Triángulo del Caribe», con el fin de promover zonas de desarrollo especial y nearshoring para la atracción de inversiones.

La competitividad de las zonas francas de Panamá, sus estructuras logísticas y su trayectoria histórica serán temas de la agenda de esta “troika” caribeña de apoyo mutuo e intercambio de buenas prácticas y experiencias de éxito.

Tomando como base el estudio del BID, el gobierno panameño estima ganancias anuales de US$ 802 millones gracias a la relocalización productiva del nearshoring.

Las oportunidades potenciales de incremento de exportaciones de Panamá serían de US$ 81,3 millones de ganancias con Estados Unidos, US$ 549,2 millones de ganancias con América Latina y El Caribe y de US$ 171,5 en oportunidades a mediano plazo para un total de US$ 802 millones.

También Guatemala está trabajando en ser un destino atractivo para la inversión extranjera y la maquila de ciertos productos para la región americana, con la iniciativa denominada ‘Guatemala no se Detiene’.

En mayo se dio a conocer una inversión de US$ 160 millones para ensamblar autopartes por parte de la firma japonesa Yazaki, que espera generar 10.000 empleos durante los próximos cinco años en la zona de San Marcos y otros departamentos aledaños.

Adicionalmente, se dio a conocer la ampliación de empresas como Nextil Group, EmergentCold, Alórica y Tata, entre otras, que han generado inversiones importantes para el país, con una meta de US$ 1.500 millones para este año.

“Gracias a la promoción que ha hecho el país a través de visitas enfocadas del Ministerio de Economía, Pronacom, de la mano con la agencia de atracción Guatemala Invest, el Ministerio de Relaciones Exteriores y un esfuerzo coordinado con otras instituciones del sector empresarial, se ven resultados concretos”, destaca en el medio Prensa Libre el analista económico guatemalteco Juan Carlos Zapata.

A estos esfuerzos se suman iniciativas para capacitar al capital humano, con cursos de inglés y becas de trabajo del Ministerio de Comunicaciones y la Municipalidad de Guatemala, de la mano con la Cámara de Industria, Agexport, Fundesa y otras instituciones que están impulsando un acompañamiento directo a grandes inversiones que permitan al país contar con mejor infraestructura, y así aprovechar el potencial del nearshoring en la nación centroamericana.

Según una encuesta realizada este año por UBS Evidence Lab, más de 90% de los ejecutivos cuyas compañías operan parte su producción en China ya empezaron o tienen la intención de relocalizarse. | Xinhua.

MÉXICO, EL MEJOR POSICIONADO

A pesar de estas iniciativas centroamericanas, existe consenso entre los analistas consultados por apostar a México como la nación con más posibilidades de éxito en este proceso de reacomodo de la producción.

El banco británico HSBC, de hecho, considera que el nearshoring contribuirá a salvar al país de AMLO de sufrir una recesión económica, pues representa una oportunidad de atraer inversión mundial y ayudará a su crecimiento hacia 2023.

«En 2023 vemos un crecimiento mayor para México por varias razones: el país está encadenado con la economía estadounidense y con las cadenas productivas mundiales, está recibiendo inversión del desplazamiento mundial, las cadenas productivas que están en otras partes del mundo van a venir a México y eso ya está pasando. Eso hace que incluso en un escenario de menor crecimiento mundial México pueda seguir creciendo” declaró Nuno Matos, director global de Banca de Consumo de HSBC, en una visita a México.

«Esta debería ser la época dorada de la inversión en México», afirmó Mauricio Claver-Carone, presidente del BID en una nota del Financial Times.

Los cálculos del BID sugieren que México tiene el potencial de aportar casi la mitad de los US$ 78,000 millones de exportaciones anuales adicionales procedentes del nearshoring que el banco estima que podría generar América Latina a medio plazo.

“México tiene una economía abierta que le permite beneficiarse de las operaciones de nearshoring, ya que las empresas extranjeras quieren aprovechar su ubicación y ventajas logísticas sobre otros mercados”, explica a AméricaEconomía Kim Catechis, estratega de inversión del Instituto de Franklin Templeton, quien matiza que “estas tendencias siguen siendo anecdóticas y aún no están respaldadas por datos claros”.

Un reciente análisis del banco de inversión suizo UBS, por otro lado, resalta el relativo bajo costo de mano de obra mexicano y su tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá como factores atractivos.

Según una encuesta realizada este año por UBS Evidence Lab, más de 90% de los ejecutivos cuyas compañías operan parte su producción en China ya empezaron o tienen la intención de relocalizarse.

De estos, el 23% considera a México como opción o ya ha movido operaciones al país.

Pero al mismo tiempo, UBS señala que los indicadores macroeconómicos aún no muestran resultados concluyentes respecto de un beneficio para México por nearshoring.

“Al observar el avance de las importaciones desde 2018, México ha expandido sus en 0,1%, mientras que el de China ha descendido 4,4%. No obstante, países como Vietnam y Taiwán han aumentado sus ganancias en las importaciones manufactureras de Estados Unidos en más de 1,0%” indica Rafael de la Fuente, Economista en Jefe para América Latina de UBS.

Analizando cuatro indicadores -grado de penetración de las exportaciones manufactureras en el mercado estadounidense; crecimiento de las compañías de exportación manufacturera; inversión extranjera directa (IED) y expansión en la infraestructura industrial- UBS detectó que, por un lado, las importaciones de México representan un 13,8%, mientras que las de China suman 20,1%, y que no hay datos que muestren que México haya entrado a una nueva fase de crecimiento de su manufactura por el nearshoring y tampoco la IED mexicana da cuenta de un cambio de paradigma.

Finalmente, la inversión es el eslabón más débil de la recuperación económica de México, pues aún se encuentra 4% por debajo de los niveles precrisis.

¿Es una oportunidad perdida? El economista de UBS no lo cree así. “Esto aún podría suceder, pero también es posible que México no logre beneficiarse del nearshoring”, sentencia de la Fuente.

De acuerdo con el análisis, México es el cuarto país que genera más interés por inversiones en nearshoring, después de Japón que ocupa el tercer puesto, luego del segundo lugar que ostenta Canadá. El país por ahora mejor aspectado para la relocalización, de acuerdo con el estudio de UPS, sería Estados Unidos.

La misma nota del Financial Times considera que México ha perdido oportunidades por el desacoplamiento entre Estados Unidos y China.

Entre 2018 y 2021, la proporción de productos manufacturados importados por Estados Unidos desde México apenas cambió, según los datos recopilados por la consultora Kearney.

En cambio, las recompensas del boicot a China fueron cosechadas por otros países asiáticos que producen a bajo costo, como Vietnam y Taiwán.

Los países asiáticos, aparte de China, aumentaron su participación en las importaciones de productos manufacturados de Estados Unidos de 12,6 a 17,4% durante el período, versus un 11,8%, mexicano.

¿VIENE UNA ‘DESGLOBALIZACIÓN’?

En general, los analistas consultados apuestan por un clima geopolítico y económico que de todas forma implicará una readecuación en el comercio mundial.

“No se sabe con certeza, pero si debiera de apostar, apostaría a que viene un periodo de mayor regionalismo. El COVID y las roturas de cadenas de suministro, así como los cambios geopolíticos generan una retirada de las políticas offshoring. Desde hace algún tiempo estamos viendo una marcha atrás en la globalización”, destaca Ricardo Úbeda.

Esto es consecuencia de la polarización entre Estados Unidos y China en la última década, pero exacerbada por la invasión rusa a Ucrania.

“La invasión rusa de Ucrania ha demostrado una forma como escalada podría terminar: sanciones por hacer negocios con su enemigo. El mecanismo para deshacer las sanciones es extremadamente complejo, por lo que debemos suponer que permanecerán vigentes durante al menos una generación”, señala Kim Catechis, de Franklin Templeton.

Catechis cree que la economía global necesitará tiempo para readecuarse y desarrollar alternativas para el flujo de energéticos y de otros bienes. Pero eso a su vez será una oportunidad para nuevos actores.

Los beneficiarios potenciales de esta desarticulación de los flujos comerciales mundiales en América Latina son Brasil, en petróleo y agricultura, Argentina en agricultura y Chile por cobre, otros metales y fertilizantes, opina el analista.

“El impacto será negativo a corto plazo, pero, en última instancia, podría sentar las bases para una diversificación de los mercados de exportación a más largo plazo”, concluye.

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