Por la razón del hambre y el baile de los que no sobran

Mientras la ola del hambre avanza en el mundo de manera creciente pero a la vez sigilosa, para variar, las administraciones de turno en la región, tienen el foco de atención puesto en cuestiones ideológicas, refundacionales, incluso revisionistas. Sin embargo, cuando el hambre se imponga, no habrá razón, ni espacios de tiempo que permitan contenerla, la fuerza de la necesidad se impondrá a costos muy altos, la presión social será incontenible y, a la retórica política afiebrada, acompañada de esa incompetencia, impericia y ego mesiánico, le habrá llegado su fin.

En los últimos años, naciones como Chile y Perú han pretendido, bajo una retórica demagógica, colocar a sus nacionales al centro. No obstante, dicha pretensión pareciera ser que fue utilizada como excusa para abordar cuestiones ideológicas y colocarlas en agenda, o, incluso, instalar comunicacionalmente la necesidad de cambio constitucional a través de procesos constituyentes y otros, recurriendo a doctrinas propias del sofismo que por lo demás, no necesariamente son del interés de una realidad que exige se atienda problemas sociales críticos en ascenso como: encarecimiento de la canasta básica familiar, delincuencia, corrupción, generación de empleo, reactivación económica, reducción de la pobreza, control de inflación y aumento de la pobreza.

Es un error conceptual pretender entregarle a un reclamo social una salida política, el análisis debe ser riguroso y objetivo, no pasional y menos para la tribuna.

Es cierto que en la región la discusión ha girado sobre reivindicaciones, conflictos generacionales, lucha de clases, cuestionamientos sobre el modelo liberal, pero pretender resolverlos con posturas populistas y egoístas es un gran error, que por lo demás, queda en evidencia cuando les toca gobernar. Bien reza el aforismo, “una cosa es con guitarra y otra con cajón”. La mesura y entender que se gobierna para todos, con absoluta inclusión es la clave. Y claro, el elector es el responsable de sus decisiones democráticas, como, por ejemplo, la de aquellos que reclaman y el día de las elecciones no votan, mientras observan desde sus cómodos balcones el acontecer nacional. He ahí el tema, entender que este el baile de todos aquí no debe sobrar nadie.

Por cierto, que siempre será necesario la incorporación de reformas con carácter social profundo, pero, lo que no nos puede pasar, es dar a luz a una sociedad inicua que solo reconoce derechos y no deberes. La clave, derechos sociales de la mano con deberes.

Hoy, debemos hacernos cargo del error de haberle dado al reclamo social una salida política.

Mientras tanto, 49 millones de personas en 43 países en la puerta del hambre, parecieran no afectarnos y haber aprendido de los tristes resultados que nos dejó la cruenta pandemia del COVID 19. Hambruna, desestabilización, guerra, migraciones masivas son y serán parte de la agenda, pero claro, ésta está en otra cosa.

La crisis del hambre, o alimentaria será el principal detonador de una escalada social que no dará treguas. Pareciera que no se mira al interior de nuestras naciones, cómo viven los que menos tienen, qué se está haciendo con nuestros agricultores, hay que ir más allá de los subsidios para los fertilizantes. Hoy se está comprando menos, los recursos escasean, la canasta básica sube, la menor disponibilidad de alimentos se empezará a hacer evidente. Entonces, seamos responsables, y enfoquemos los esfuerzos y desarrollo de políticas públicas en trabajar sobre seguridad alimentaria, y aseguramiento de alimentos básicos.

Finalmente, el punto de quiebre se dará cuando las madres tengan que acostar a sus hijos con hambre, en ese momento, estaremos en un punto sin retorno, la presión social hará lo suyo y expulsará a cuanto sofista salga a su paso.

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